BORGES en Biblioteca personal captura en pocas líneas obras y autores "cuya lectura fue una dicha" para él. Lo dice en el minúsculo prólogo. Borges es un clásico en el sentido de Calvino: un contemporáneo a quien no se acaba de leer nunca. Su valor no reside tanto en un estilo literario o en su enciclopédica cultura como en el poder de su imaginación y capacidad de invención. Estos textos que son un acicate y una guía para el lector refulgen como los tesoros de los piratas de Stevenson. Escritor que no está en el libro porque aunque el proyecto era comentar cien autores sólo se llegó a sesenta. Pero se sabe que a Borges le gustaba.
Josep Conrad:
El corazón de las tinieblas.
Con la soga al cuello.
Obra del divino poder, de la suma sabiduría y, curiosamente del primer amor, el infierno de Dante, el más famoso de la literatura, es un establecimiento penal en forma de pirámide inversa, poblado por fantasmas de Italia y por inolvidables endecasílabos. Harto más terrible es el de Heart of Darkness, el río de África que remonta el capitán Marlow, entre orillas de ruinas y de selvas y que bien puede ser una proyección del abominable Kurtz, que es la meta. En 1889, Teodor Josef Konrad Korzeniowski remontó el Congo hasta Stanley Falls; en 1902, Josep Conrad, hoy célebre, publicó en Londres Heart of Darkness, acaso el más intenso de los relatos que la imaginación humana ha labrado.Este relato es el primero de este volumen.
El segundo, The End of Tether, no es menos trágico. La clave de la historia es un hecho que no revelaremos y que el lector descubrirá gradualmente. En las primeras páginas ya hay indicios.
H.L.Mencken, que ciertamente no prodiga ditirambos, afirma que The End of Tether es una de las más espléndidas narraciones, extensa o breve, nueva o antigua, de las letras inglesas. Compara los dos textos de este libro con las composiciones musicales de Juan Sebastian Bach.
Según el testimonio de H.G.Wells, el inglés oral de Conrad era muy torpe. El escrito, que es el que importa, es admirable y fluye con delicada maestría.
Hijo de un revolucionario polaco, Conrad nació en Ucrania, en el destierro en 1857. Murió en el condado de Kent en 1924.
Franz Kafka:
América. Relatos breves
1883, 1924. Esas dos fechas delimitan la vida de Franz Kafka. Nadie puede ignorar que incluyen acontecimientos famosos: la primera guerra europea, la invasión de Bélgica, las derrotas y las victorias, el bloqueo de los imperios centrales por la flota británica, los años de hambre, la revolución rusa, que fue el principio de una generosa esperanza y es ahora el zarismo,el derrumbamiento, el tratado de Brest-Litovsk y el tratado de Versalles, que engendraría la segunda guerra. Incluye así mismo los hechos íntimos que registra la biografía de Max Brod: la desavenencia con el padre, la soledad, los estudios jurídicos, los horarios de una oficina, la profusión de manuscritos, la tuberculosis. También las vastas aventuras barrocas de la literatura: el expresionismo alemán, las hazañas verbales de Becher, de Yeats y de James Joyce.
El destino de Kafka fue transmutar las circunstancias y las agonías en fábulas. Redactó sórdidas pesadillas en un estilo límpido. No en vano era lector de las Escrituras y devoto de Flaubert, de Goethe y de Swif. Era judío pero la palabra judío no figura que yo recuerde, en su obra. Ésta es intemporal y tal vez eterna.
Kafka es el gran escritor clásico de nuestro atormentado y extraño siglo.
Fiodor Dostoievski:
Los demonios
Como el descubrimiento del amor, como el descubrimiento del mar, el descubrimiento de Dostoievski marca una fecha memorable de nuestra vida. Suele corresponder a la adolescencia, la madurez busca y escritores serenos. En 1915, en Ginebra, leí con avidez Crimen y Castigo, en la muy legible versión inglesa de Conatance Garnett. Esa novela cuyos héroes son un asesino y una ramera me pareció no menos terrible que la guerra que nos cercaba. Busqué una biografía del autor. Hijo de un cirujano militar que murió asesinado, Dostoievski (1821-1881) conoció la pobreza, la enfermedad, la cárcel, el destierro, el asiduo ejercicio de las letras, los viajes, la pasión del juego, ya en el término de sus días, la fama. Profesó el culto a Balzac. Envuelto en una vaga conspiración, fue condenado a muerte. Casi al pie del patíbulo, donde habían sido ejecutados sus compañeros, la sentencia fue conmutada, pero Dostoievski cumplió en Siberia cuatro años de trabajo forzados, que nunca olvidaría.
Estudió y expuso las utopías de Fourier, Owen y Saint Simon. Fue socialista y paneslavista. Yo había imaginado que Dostoievki era una suerte de gran dios insondable, capaz de comprender y justificar a todos los seres. Me asombró que hubiera descendido alguna vez a la mera política, que discrimina y que condena.
Leer un libro de Dostoievski es penetrar en una gran ciudad, que ignoramos, o en la sombra de una batalla. Crimen y castigo me había revelado, entre otras cosas, un mundo ajeno a mí. Inicié la lectura de Los demonios y algo muy extraño ocurrió. Sentí que había regresado a la patria. La estepa de la obra era una magnificación de la Pampa. Varvara Petrovna y Stepan Trofimovich Verjovenski eran, pese a sus incómodos nombres, viejos argentinos irresponsables. El libro empieza con alegría, como si el narrador no supiera su trágico fin.
En el prefacio de una antología de la literatura rusa Vladimir Nabokov declaró que no había una sola página de Dostoievski digna de ser incluida. Esto quiere decir que Dostoievski no debe ser juzgado por cada página, sino por la suma de páginas que componen el libro.
Fray Luis de León:
Cantar de Cantares.
Exposición del libro de Job
La Biblia, cuyo nombre griego es plural, significa los libros. Es, de hecho, una biblioteca de los libros fundamentales de la literatura hebrea ordenados sin mayor rigor cronológico y atribuidos al Espíritu, al Ruach. Abarca la cosmogonía, la historia, la poesía, las parábolas, la meditación y la ira profética. Los diversos autores corresponden a diversas épocas y a diversas regiones. Son, para el piadoso lector, meros amanuenses del Espíritu, que determina cada palabra, y según los cabalistas, cada letra y su valor numérico y sus posibles o fatales combinaciones. El más curioso de estos textos es el Libro de Job.
Froude en 1853 predijo que este libro, llegado su debido tiempo, sería considerado el más alto de cuantos han escrito los hombres. El tema, el eterno tema, es el hecho de que un justo pueda ser desdichado. Job, en su muladar, se queja y maldice y sus amigos lo aconsejan. Esperamos razonamientos, pero el razonamiento, propio del griego, es ajeno al alma semítica y la obra se limita a ofrecernos espléndidas metáforas. La discusión es ardua y porfiada. En los capítulos finales, la voz de Dios habla desde el torbellino y condena por igual a quienes lo culpan o lo justifican. Declara que es inexplicable y de un modo indirecto se compara con sus más extrañas criaturas, el elefante (el Behemoth, cuyo nombre, como el de la Escritura, es plural, ya que significa animales, por ser tan grande) y la ballena o Leviathan. Max Brod en Judaísmo y cristianismo, ha analizado este pasaje. El mundo estaría regido por un enigma.
La fecha de la redacción es incierta. H.G.Wells escribió que el Libro de Job es la gran respuesta de los hebreos a los diálogos de Platón.
Publicamos aquí la versión literal de Fray Luis de León, su explicación de cada versículo y otra versión en verso endecasílabo y rimado al itálico modo.La prosa de Fray Luis es, por lo común, de una serenidad ejemplar; el original hebreo le impone aquí músicas de violencias."Cuando oye la trompa dice:¡Ha!,¡ha!, y de lueñe huele la batalla, el ruido de los capitanes y el estruendo de los soldados".
Esta biblioteca incluye así mismo el Cantar de los cantares o, como traduce Fray Luis, Cantar de cantares. Lo define como égloga pastorial y le da un sentido alegórico. El esposo, proféticamente, sería Cristo; la esposa , la Iglesia.El amor terrenal sería un emblema del amor divino. Quizá no huelga recordar que la más encendida obra de la lengua castellana, la de San Juan de la Cruz, procede de este libro.
Dino Buzzati:
El desierto de los tártaros.
Podemos conocer a los antiguos, podemos conocer a los clásicos, podemos conocer a los escritores del siglo XIX y a los del principio del nuestro que ya declina. Harto más arduo es conocer a los contemporáneos. Son demasiados y el tiempo no ha revelado aún su antología. Hay, sin embargo, nombres que las generaciones venideras no se resignarán a olvidar. Uno de ellos es, verosímilmente,el de Dino Buzzati.
Buzzati nació en 1906 en la antigua ciudad de Belluno, cerca del Véneto y de la frontera con Austria. Fue periodista y se entregó después a la literatura fantástica. Su primer libro Bárnabo delle Montagne, data de 1933; el último, I miracoli di Val Morel, de 1972, el año de su muerte. Su vasta obra, no pocas veces alegórica, exhala angustia y magia. El influjo de Poe y de la novela gótica ha sido declarado por él .Otros han hablado de Kafka.¿Por qué no aceptar sin desmedro alguno de Buzzati, ambos ilustres magisterios?
Este libro, que es acaso su obra maestra y que ha inspirado un hermoso filme de Valerio Zurlini, está regido por el método de l apostergación indefinida y casi infinita, caro a los eleatas y a Kafka.El ámbito de las ficiones de Kafka es deliberadamente gris y mediocre y sabe a burocracia y a tedio. Tal no es el caso de esta obra.Hay una víspera, pero es la de una enorme batalla, temida y esperada. Dino Buzzati, en estas páginas, retrotrae la novela a la epopeya, que fue su manantial.El desierto es real y es simbólico. Está vacío y el héroe espera muchedumbres.
Publio Virgilio Marón:
La Eneida
Una parábola de Leibniz nos propone dos bibliotecas: una de cien libros distintos, de distinto valor, otra de cien libros iguales, todos perfectos.Es significativo que la última conste de cien Eneidas. Voltaire escribe que, si Virgilio es obra de Homero, éste fue de todas sus obras la que le salió mejor. Diecisiete siglos duró en Europa la primacía de Virgilio; el movimiento romántico lo negó y casi lo borró. ahora lo perjudica nuestra costumbre de leer libros en función de la historia, no de la estética.
La Eneida es el ejemplo más alto de lo que se ha dado en llamar, no sin algun desdén, la obra épica artificial, es decir la emprendida por un hombre, deliberadamente, no la que erigen, sin saberlo, las generaciones humanas. Virgilio se propuso una obra maestra; curiosamente la logró.
Digo curiosamente; las obras maestras suelen ser hijas del azar o de la negligencia.
Como si fuera breve el texto poema ha sido limado, línea por línea, con esa cuidadosa felicidad que advirtió Petronio, nunca sabré por qué, en las composiciones de Horacio. Examinemos casi al azar añlgunos ejemplos.
Virgilio no nos dice que los aqueos aprovecharon los intervalos de oscuridad para entrar en Troya; habla de los amistosos silencios de la luna. No escribe que troya fue destruida; escribe Troya fue. No escribe que un destino fue desdichado; escribe De otra manera lo entendieron los dioses. Para expresar lo que ahora se llama panteísmo nos deja estas palabras: Todas las cosas están llenas de Júpiter. Virgilio no condena la locura bélica de los hombres; dice El amor del hierro. No nos cuenta que Eneas y la Sibila erraban solitarios bajo l aoscura noche entre sombras, escribe:
Ibant obscuri sola sub nocte per umbram
No se trata, por cierto, de una mera figura de la retórica, del hipérbaton; solitarios y oscura no han cambiado su lugar en la frase; ambas formas, la habitual y la virgiliana corresponden con igual precisión a la esccena que representan.
La elección de cada palabra y de cada giro hace que Virgilio, clásico entre los clásicos, sea también de un modo sereno, un poeta barroco.Los cuidados de la pluma no entorpecen la fluida narración de los trabajos y venturas de Eneas.Hay hechos casi mágicos; Eneas, prófugo de Troya, desembarca en Cartago y ve en las paredes de un templo imágenes de la guerra troyana, de Príamo, de Aquiles, de Héctor y su propia imagen entre otras. Hay hechos trágicos; la reina de Cartago, que ve las naves griegas que parten y sabe que su amante la ha abandonado. Previsiblemnte abunda lo heroico; estas palabras dichas por un guerrero: Hijo mío, aprende de mí el valor y la fortaleza genuina; de otros, la suerte.
Virgilio.De los poetas de la tierra no hay uno solo que haya sido escuchado con tanto amor. Más allá de Augusto, de Roma y de aquel imperio que a través de otras naciones y de otras lenguas, es todavía el Imperio. Virgilio es nuestro amigo. Cuando Dante Alighieri hace de Virgilio su guía y el personaje más constante de la Comedia, da perdurable forma estética a lo que sentimos y agradecemos todos los hombres.
Jorge Luis Borges, Biblioteca personal, Alianza Editorial, 2007
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