18 noviembre, 2020

Francisco Brines Premio Cervantes



El Cervantes 2020 hubiera podido ser -una vez más- para el poeta venezolano  Rafael Cadenas pero finalmente ha sido para el poeta español Francisco Brines.



                                                                
  
[En Florencia en la plaza de SS. Annunziata entre 1419 y 1427 Brunelleschi construyó el Hospital de los Inocentes, el hospicio de la ciudadEs ya un edificio del Renacimiento: horizontalidad, proporción, armonía, utilización de elementos  clásicos , distanciandose  de la anterior arquitectura gótica...En el pórtico  realiza un ejemplo visual de la  venerada perspectiva al colocar una sucesión de  cubos espaciales utilizando como módulo la separación entre las columnas y cubre los espacios creados con bóvedas vaídas.En  las enjutas de los arcos  los tondos de cerámica en azules y blancos de Luca della Robbia con imágenes de  recién nacidos,como los que acoge la institución.]
                                                                                    

 SS.Annunziata

                                   (Brunelleschi)


El aire de la plaza se entraba por los arcos, y salía con sol, 

y revoloteaba en las columnas, aligerando la escasa ropa de los niños, 

y después se acercaba silencioso a las fuentes, a sus tazas barrocas, para romper los surtidores, 

y dejaba alegría inocente en muchos rostros 

porque los novios, con sus trajes más largos, retrataban allí su día más feliz.

Se sucedían las parejas, los coches, y el sol de agosto era más fuerte,

y desmayaba el aire,

y en las enjutas de los arcos volvían a vestir los niños sus pañales,

y eran más numerosas cada vez.

Un caballero cabalga,feliz en la armonía de la plaza,

portador de palomas.[...]

De Palabras a la oscuridad [1966]



Viaje por el Nilo

                               A Octavio Paz


En el reposo de la luz los ibis
golpean el silencio,
y llevan al oasis la frescura del río.
Son grande flores blancas palpitando en las ramas,
son sus cuerpos las lentas alas puras de la vida.
Surge intacta la belleza del mundo,
eterna como el Tiempo, y Él descansa
en la contemplación ardiente de sí mismo.

Los hombres, en la orilla, hacen sueño la acción:
existen y se borran, son silencio.
Y aparece un muchacho que recoge las redes,
y luego soledad, 
y un hombre ha conciliado la sombra y el descanso,
se adentra en las palmeras un anciano y un asno, van pacientes, van pacientes,
y regresa una pausa,
chilla un ave (y se calla)
hay mujeres lavando, desde siglos,las ropas.
¿Es esto Realidad?Piensan los hombres
las cosas que ahora ven (como si acaso
ya de ellos no lo fueran).
No existe acción: sólo un vuelo de pájaros, y el descender del río.
La vela va en el cielo sin rasgarlo.

Los hombres sólo existen para ser contemplados por la mirada blanca de la luz,
y si mi oscuro y único ojo
ahora les contempla
es también contemplado.
Un sueño está soñando los sueños de los otros.
Y todo al fin será desvanecido.
Y ahora el Nilo, que es espejo de fuego, recuerda aquel sonar del vuelo de los ibis,
y unas voces cercanas e invisibles, han poblado las sombras de la orilla. Y envejezco.

También oigo cantar, en mis sordos oídos, los pájaros de luz que nunca han de nacer.
 
De El otoño de las rosas [1986]

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Francisco Brines, Todos los rostros del pasado, antología poética, Galaxia Gutenberg, 2007