Sandro Botticelli, Anunciación, 1481 (det.) fresco |
UNO DE ENERO DE 1965
Los Reyes Magos olvidarán tu dirección.
No habrá estrellas sobre tu cabeza.
Acaso sólo el ronco bramido del viento
entiendas como en otros tiempos.
A tus hombros cansados les quitarás la sombra,
cuando apagues la vela, antes de acostarte,
pues el calendario nos promete
más días que velas.
¿Qué es esto? ¿Tristeza? Tal vez sea tristeza.
Una canción que te sabes de memoria.
Que se repite. Pues que se repita.
Que se repita desde ahora.
Que suene también a la hora de la muerte,
como gratitud de labios y ojos,
hacia lo que, a veces, nos obliga
a perder la mirada en la lejanía.
Y mirando en silencio al techo,
porque el calcetín, claro, está vacío,
comprenderás que la avaricia sólo es garantía
de que eres demasiado viejo.
De que ya es tarde para creer en milagros.
Y alzando tu mirada al cielo,
sentirás de repente que tú mismo
eres un regalo sincero.
Enero de 1965
Joseph Brodsky, Poemas de Navidad, Visor,2006