10 febrero, 2013

Claes OLDENBURG / Exposición con fantasma

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Visitar la exposición de Claes Oldenburg, en el Guggenheim, es sumergirse en el Arte Pop. El  artista norteamericano  fue uno de los pioneros de esa tendencia con  la importante  colaboración  en la realización de sus obras de  su esposa Coosje Bruggen.

Cuando el Pop Art surgió en los años sesenta el  Expresionismo Abstracto parecía agotado y los nuevos artistas pasaron de la no figuración del expresionismo a  pintar toda clase de objetos de  la vida cotidiana, tomados del arte popular, de la publicidad, del comic...


Las obras de Oldenburg  se mantienen vivas. Son  un concentrado de propuestas estéticas sorprendentes que se difunden por las salas como una descarga de energía y que   mantienen todavía  una vitalidad provocadora.

El Pop Art  hunde sus raíces   en el ya  lejano  dadá   y en  algunas aportaciones del surrealismo ( entre ellas  la metamorfosis de la materia   procedente del mundo onírico que Oldenburg aplica a la escultura y ya  utilizó  Dalí en pintura en los relojes blandos de La Persistencia de la Memoria ).



Pero, los  cachivaches expuestos ¿son  arte? El tiempo transcurrido parece decir que sí. Que ese trozo de tarta monumental con nata y chocolate de materia plástica puede ocupar esta sala, la misma  que albergó no hace mucho dibujos de Miguel Ángel, obras de Rembrandt y en otras ocasiones  a los más próximos y estilísticamente afines Andy Warhol, o al admirado y siempre inclasificable  por dilatado y diverso Robert Rauschenberg.

Haberse convertido en materia de museo hace recordar  que Oldenburg dijo una vez:
"Estoy por un arte que sea político, erótico, místico, que haga algo más que estar sobre un pedestal en un museo"
Y su arte  es todo ello a pesar de haber entrado en el museo:  un arte político, erótico y místico, y también  lúdico en la que el artista continúa  los juegos que inició en la infancia.  Robert Hughes en Visiones de América hace referencia a su innata capacidad de invención:
"Todo lo que hago es completamente original -afirmó Oldenburg en 1966-, me lo inventé cuando era niño". Y, en cierto sentido es verdad. Oldenburg (n.1929) era el mayor de los dos hijos de un diplomático sueco; nació en Estocolmo pero se crio, hasta los siete años en Chicago. Los pequeños Oldenburg inventaron juntos una isla de fantasía llamada Neubern, crearon mapas, historias y un corpus completo  de tradiciones locales descriptivas , con todo detalle. Este deseo de inventar un mundo paralelo y de llenarlo con todo tipo de utensilios, comidas y entretenimientos se trasladaría a su arte de madurez".





Oldenburg ha creado un mundo paralelo de objetos estrafalarios, verdaderos artefactos en el sentido de artificio que es siempre el arte : trozos de pastel, helados, descomunales, hamburguesas gigantes, ceniceros enormes rebosando colillas que según han sido apagadas crean distintas  formas  de cilindros magullados, bolsas gigantes volcadas de patatas fritas cayendo para siempre....Una realidad aumentada en muchos sentidos.


Desmesurada también en los materiales  utilizados: harapos, lienzo, resina gomaespuma, papel maché, alambre, cordel,  vinilo..., recubiertos de esmalte de  brillantes colores. Desmesurada en las escalas haciendo descomunales  los objetos de uso cotidiano, aptos sólo para gigantes. Desmesurada y metamorfoseando la materia, creando  objetos que abandonan  la  consistencia habitual con que están hechos y se vuelven blandos o rígidos,  y casi monstruosos....enchufes, bolsas de hielo...

El conjunto de la obra  puede entenderse como  una celebración de los objetos más comunes, pero   desnaturalizados  y haciéndolos inservibles, pero intensificándolos al sacarlos de la rutina en que están sumergidos habitualmente y ser convertidos en otra cosa. Ha elegido una vía de humor, pero también de ironía y de crítica de la sociedad en general y  del consumo que se fue imponiendo después de la Segunda Guerra Mundial  en  la parte más próspera de la sociedad occidental, especialmente la de Estados Unidos sin olvidar las referencias críticas a la guerra de  Vietnam que sucedía entonces ... 





Una serie de acuarelas muestran a Oldenburg como pintor capaz de
potenciar, en algunos casos,   atisbos de líneas y color y conseguir que sacudan por su  intensidad y  gracia. Es el caso de "Conjunto de baño en un jardín ", acuarela sobre papel de 1965 : un esbozo con dibujo levemente coloreado capaz de arrastrar a quien fija en él su mirada hasta la Antigüedad Clásica o por lo menos hasta una Italia sembrada de restos clásicos. (No ha sido posible encontrar  imagen de esta pequeña obra maestra  que pertenece a un particular)

Pero también  crea objetos desmaterializados casi completamente, que califica de ghost . Son estos los  que corren  peligro de pasar desapercibidos entre tanta rotundidad de formas y color;  los que más pueden  sorprender por la capacidad imaginativa que suponen y   la asociación de ideas que activan en el espectador .

Recorrer las salas de la exposición es encontrarse con  objetos ya conocidos en parte o ver otros por primera vez. O ser totalmente sorprendido por Ghost Wardrove, Armario fantasma de 1967.Tratándose de Oldenburg para quien es tan importante la materia , se podría calificar de  "antiobra", ya que renuncia a la solidez subrayada por la escala y el color propia de él.  




Ghost Wardrobe ( para M.M.), 1967, cuerda, perchas, yeso, cordel, lino.


Este armario fantasma es el de  Marylin.  La estrella,  mito,  icono, la buena actriz de comedia, que había muerto cinco años antes . Oldenburg con sutileza realiza una obra capaz de sorprender y conmocionar; es una idea despojada al máximo pero  intensa. En el esqueleto fantasma del  armario, de unos colgadores  penden las costuras  [ representadas por el hilo con que fueron cosidas las prendas y las formas que trazaron las  puntadas como si fueran un dibujo blando ] del  vestido blanco de la estrella y  de su ropa interior negra. Oldenburg dice que se trata del vestido blanco de La tentación vive arriba; el que arremolina el aire que sale de un respiradero del metro de Nueva York, una imagen que todo el mundo recuerda.


Sobre el suelo del ghost wardrobe, también espectrales, unos zapatos descalzos de tacón muy alto  con un pompón  o una flor sobre el empeine, la quinta esencia del erotismo tierno de Marylin. Esos zapatos fantasmas tuvieron que ser en otra dimensión de raso, no cabe duda, rosa chicle, o rojos tal vez..

.Es propio del Oldenburg capaz de inventar cualquier cosa, de pasar de la materia acentuada a lo inasible y representarlo como materia desaparecida. 


Claes Oldenburg (Estocolmo 1929) nacionalizado americano, estudia  en la Yale University, en New Haven; al principio de los cincuenta frecuenta el Art Institute de Chicago y en 1956 se traslada a Nueva York.






Cuando llegó a Nueva York, el Expresionismo Abstracto - el primer estilo verdaderamente americano- estaba moribundo y el tiempo era propicio para hacer del arte otra cosa.

Oldenburg en el bajo Manhattan comenzó sus instalaciones. La primera fue La Calle (1960) realizada con objetos encontrados en la basura y en 1961 La Tienda, instalada en un local alquilado de la Calle Dos, rodeada de tiendas baratas que vendían de todo; él preparó cuidadosamente sus mercancías de yeso, lienzo, resina...y las expuso. La clientela tuvo que ser diferente

En 1963,buscando un nuevo ambiente,  dejó Nueva York, se instaló en California; allí trabajó en otra instalación El hogar al que pertenece el armario fantasma y en otras esculturas  blandas:




En los años setenta se dedicó a la escultura monumental urbana. Cuando parecía que el monumento había muerto en la sociedad occidental él hizo del monumento otra cosa: agigantó objetos de uso corriente, una pala, una pelota alada de badminton, una gran pinza...llenos de color y a enorme escala. .Estas características y el lugar los transforman. Inusuales, siguen  provocando pensamiento en cadena y sentimientos encontrados, cuando al dar la vuelta a una esquina se les encuentra por sorpresa o si ya se les conoce se les puede ver  como un antídoto contra  los días grises.
         

Oldenburg, recuerda R.Hughes, parece encarnar  las palabras de Baudelaire:
"el talento no es más ni menos que la infancia redescubierta a voluntad, una infancia preparada para la expresión de su propia personalidad, con las capacidades del adulto y un poder de análisis que le permita ordenar el volumen de material en bruto  que ha acumulado involuntariamente."