22 diciembre, 2009

KAFKA: Fragmentos para la Construcción de la Muralla China

.

No es fácil entrar en el universo kafka, si se comienza por La Metamorfosis y se trata de personas exclusivamente racionales. Pero si se lee antes Carta al Padre, o  un relato cualquiera de los que salvó de la destrucción su amigo , Max Brod, la conexión con el autor praguense puede ser inmediata. Unas palabras  de Milan Kundera hacen  atrayente  y próxima la lectura de Kafka:
"Fue Franz Kafka quien despertó repentinamente la imaginación dormida del siglo XIX y quien consiguió lo que postularon los surrealistas después de él sin lograrlo del todo: la fusión del sueño y la realidad."

"Esta es de hecho una antigua ambición estética de la novela presentida ya por Novalis pero que exige el arte de una alquimia que sólo Kafka ha descubierto unos cien años después".(El arte de la novela) También añadió: "Después de que Kafka la hubiera superado, la frontera de lo inverosímil quedó sin policías, sin aduaneros, abierta para siempre."



"A este mundo llegó pues la noticia de la construcción de la muralla. También ella con retraso, unos treinta años después de su proclamación. Era una tarde de verano. Yo, de unos diez años, estaba con mi padre a la orilla del río. Por la trascendencia de esa hora, comentada muchas veces, recuerdo aún los menores detalles. Me tenía de la mano -lo hacía con predilección, hasta en su edad más avanzada- y deslizaba la otra por la pipa, larga y muy fina,como si fuese una flauta. Su gran barba movediza y rígida avanzaba en el espacio; saboreando la pipa, miraba por encima del río a lo alto. Tanto más se bajaba su trenza, objeto de la veneración de los niños, y susurraba quedamente sobre la seda bordada en oro del traje de fiesta.Entonces se detuvo una barca frente a nosotros;



El barquero hizo ademán a mi padre de que bajara por el talud; el mismo ascendió también.En el medio se encontraron; el barquero secreteó algo al oído de mi padre; para acercársele más lo abrazó. No comprendí lo que decían, sólo vi que mi padre no parecía creer la noticia, que el barquero trataba de reforzar su veracidad, que mi padre aún no podía creerla, que el barquero, con el apasionamiento que lo caracteriza, casi se rompió las ropas a la altura del pecho para probar la certeza de lo que decía, que mi padre se tornó más silencioso y que el barquero saltó ruidosamente a la barca y partió.Mi padre, pensativo, se volvió hacia mí, golpeó la pipa, la metió en el cinturón y me acarició la mejilla. Era lo que más me gustaba, me hacía feliz, y así llegamos a casa.

Ya humeaba el arroz sobre la mesa, había algunos huéspedes y se estaba echando el vino en los vasos. Sin prestar atención a ello, mi padre, desde el umbral, comenzó a contar lo que había oído. No me acuerdo exactamente de las palabras, pero el sentido, dado lo extraordinario de las circunstancias, aun para un niño, me penetró tan profundamente, que todavía hoy me atrevo a dar una versión oral. Y lo hago porque es muy demostrativo de las ideas de mi pueblo. Mi padre dijo aproximadamente :

"Un barquero desconocido -conozco a todos los que habitualmente pasan por aquí,pero éste era desconocido- acaba de contarme que se piensa construir una gran muralla para proteger al emperador; a menudo los pueblos no creyentes se reunen frente al palacio imperial, entre ellos también demonios, y disparan sus negras flechas contra el emperador."




una canción en yiddish




KAFKA,F.:La Muralla China. Emecé editores/ Buenos Aires